El camino se tornaba seco, árido, pero muy tranquilo...
Estaba vacío... al menos ya tenia la certeza de que estaba vacío, y esta misma certeza me daba la fuerza para aceptar el camino en soledad, pero desde la calma...
Nunca pensé que al momento de tomar la decisión de renunciar a la absurda idealización de mi camino, nuevos vientos acariciarían mi rostro, consolándome de la insolación y regalándome un toque de frescura. No se de donde viene, como todo viento, solo esta de paso, porque el viento necesita seguir corriendo, pero si se deja, estoy dispuesta a adaptar mi paso para intentar correr a la par que el, de su lado.
Es tan breve lo que llevo de sentirlo, que suena ilógico decir que me siento familiarizada con el, pero en realidad así lo es. Es como una brisa en medio del desierto, le quita esta sensación de sequía y me despierta la curiosidad de saber que pasaría si lograra correr junto con el, hasta donde me llevaría. La única manera de saberlo es intentando, y me entusiasma pensar que tal vez podría tener una mínima posibilidad... Pero si así no fuera, al menos me doy cuenta que el camino estaba árido porque así yo lo quería, y que solo había que renunciar a la idea de todo lo que no tenía para que algo bueno pasara en mi vida.
Sea lo que sea y pase lo que pase, gracias viento, por aparecer en mi camino y darle un toque de frescura, de alegría y de armonía que tanto te caracterizan, gracias por despertarme y hacerme notar que mi presente es "ahora" y que yo también tengo muchas ganas de volar.
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